Mujer y arquitectura
Una visión particular de la situación actual.
Año tras año, cuando va llegando la famosa fecha del 8 de marzo, como si de una abducción se tratara, aparece de modo espontáneo, un revuelo acompasado sobre la famosa fecha, allá donde alcanza a fijar la vista o el oído.
Los medios de comunicación, televisiones, radios, tertulias políticas, redes sociales, hablan como si el mundo se fuera a acabar mañana, sobre “el derecho de manifestación” para reivindicar los derechos de las mujeres.
Y sinceramente, a mí todo esto ya me tiene un poquito asqueada.
Oír las mismas frases, los mismos tópicos, las mismas reivindicaciones, año tras año… como si de un “dejavu” se tratara, me retrotrae al “Cuéntame” de los años 70.
¿Realmente la situación no ha cambiado desde entonces? ¿De verdad las mujeres de a pie tenemos la necesidad de salir a manifestarnos el 8 de marzo, para bocear detrás de una pancarta, que todos somos iguales? Sinceramente, como mujer y trabajadora, porque el 8 de marzo, siempre ha sido el día internacional de la mujer trabajadora, pienso que esta fórmula caducó hace muchos años.
Tanto, que si soy sincera, y desde que tengo uso de razón, nunca me vi en la necesidad de secundar dichas manifestaciones. Siento herir la sensibilidad de alguna “feminista”, si mis palabras puedan molestarla.
Creo que ya es hora de hacer una lectura “real“ de la situación actual, sobre todo las mujeres, y el mensaje que muchas veces sin ser conscientes, estamos dando a las nuevas generaciones.
La situación de la mujer a nivel de igualdad, en cualquier sector, incluido la arquitectura, está más que resuelto a nivel general.
Es verdad, que todavía hay desigualdades en ciertos sectores y edades. Pero si somos sinceros, todos sabemos que estos problemas no se arreglan paseando por la Castellana detrás de una pancarta un día al año, ni todos los días del año.
Desde que nací, hace ya más de 40 años, siempre fui libre para estudiar y trabajar en aquello que me ha interesado. Todas las oportunidades han estado a mi alcance, solo he tenido que luchar por ellas, al igual que cualquier varón.
Nunca se ha puesto en mi camino, ningún obstáculo que no haya sabido superar. Y creo que la clave fue, nunca hacer mías aquellas frases que todas hemos escuchado de pequeñas como “si eso o aquello es cosa de hombres”.
¿La arquitectura era de hombres? Puede ser, al igual que era la ingeniería, teleco y cualquier carrera técnica ahora llamadas STEM, pero eso ya cambió hace muchos lustros, aunque no lo parezca, si escuchas a ciertos grupos y asociaciones.
¿Acaso no viven en el mismo mundo que vivo yo? ¿O es que hay algún interés que no alcanzo a entender, en meternos esas ideas en la cabeza?
Ya en los 90, que es cuando empecé la universidad, en las escuelas técnicas había un buen porcentaje de mujeres cursando estudios STEM. Si quiero ser rigurosa, debería repasar las estadísticas, pero seguro que más del 35%, al menos en Valladolid, que es donde estudié arquitectura.
Nunca advertí discriminación alguna por el hecho de ser mujer. Lo que tampoco nunca pretendí, es que me dieran ventaja alguna por ello.
Sabía dónde me metía. Sabía que el mundo de la construcción tradicionalmente era masculino, como otros sectores productivos. Pero eso no me quitó las ganas de seguir adelante con mi vocación, luchar y hacerme respetar como profesional.
Creo que esa es la gran conquista feminista, y es la que quiero reivindicar este 8 de marzo.
Porque toda mujer que ha trabajado duro para demostrar su valía allá donde ha decidido ir y llegar, hoy se le valora y se le toma en serio como una gran profesional, independientemente del sexo que sea. Y cuantas más trabajemos en ese sentido, más romperemos esos viejos prejuicios que todavía revolotean por algunas mentes…
Porque cuando algo se generaliza, deja de ser el centro de las miradas y la atención.
Y desde mi punto de vista, los porcentajes de mujeres en cualquier sector profesional son muy altos, y en algunos hasta superan al hombre. Y me estoy refiriendo al ámbito profesional, donde si están, es porque han demostrado su valía, no porque haya que cumplir una cuota exigida por alguna ley de igualdad.
Si hay barreras hoy en día, son las que nosotras mismas nos autoimponemos. No es culpa de la sociedad, ni del famoso patriarcado. Seamos serios.
Y a fecha de hoy, 8 de marzo, en esta sociedad en la que vivimos, al igual que hace 30 años, las oportunidades están para todos aquellos que las quieran coger, y luchar por ellas, sea hombre o mujer.
Y quiero hacer hincapié en este tema. Este neofeminismo que tanto altavoz tiene en ciertos medios de comunicación, parece que quiere hacer creer que, por el hecho de ser mujer, tienen que regalártelo todo. Y no es así. Eso es una “fake”. Niñas, no os lo creáis. La realidad es otra.
Por ser mujer no te van a regalar nada, por muy feminista que seas. Ser feminista no convalida el estudio, esfuerzo, trabajo, sacrificio, el quitarte horas de sueño, fiesta y descanso.
Feminismo es creer en ti y luchar por tus sueños con uñas y dientes, y no dejarte acogotar por cualquier machista que no te tome en serio, porque tenemos nuestra mejor arma: el conocimiento, al que podemos acceder de forma infinita y hacerlo nuestro.
Esta es la única forma de romper prejuicios, antiguos esquemas mentales, y valores trasnochados. Demuestra que eres una gran profesional, y todos te valorarán, respetarán y contarán contigo.
Este es mi consejo para las nuevas generaciones, consejo respaldado por la experiencia, que dicen que es la madre de la ciencia.
Soy feminista. Sí, pero de las de antes. Esta es y será siempre mi lucha. Ser un gran profesional y que me respeten por ello. ¿A ¿Qué más podemos aspirar a nivel profesional cualquier persona, mujeres incluidas?
Nada más que añadir. Así que para concluir sólo me queda desearos 365 días felices, de mujer trabajadora. Que tengáis muchos éxitos en vuestra vida. Un abrazo.