El pétalo de materiales de Living Building Challenge
Hace un tiempo en nuestro blog hablamos de la filosofía Living Building Challenge , la cual valora y potencia sus objetivos a través de siete áreas de rendimiento llamadas Pétalos, además de su clara apuesta para fomentar y construir edificios sostenibles con las siguientes cualidades:
- Regenerativas que conectan a los ocupantes con la luz, el aire, la comida, la naturaleza y la comunidad.
- Autosuficiencia: Los edificios vivos producen más energía de la que usan a la vez que recolectan y tratan toda el agua en el sitio.
- Saludable: Crean un impacto positivo en los sistemas humanos y naturales que interactúan con ellos.
Hoy Xavi Ramon, Consultor de materiales en Green Living Projects nos habla específicamente del pétalo dedicado a Materiales.
¿Cuál es el objetivo el Pétalo de Materiales?
La intención del Pétalo de materiales es ayudar a crear una economía de materiales que no sea tóxica, ecológicamente reparadora, transparente y socialmente equitativa. A lo largo de su ciclo de vida, los materiales de construcción son responsables de muchos problemas ambientales adversos, que incluyen enfermedades personales, pérdida de hábitat y especies, contaminación y agotamiento de recursos. Los imperativos de esta sección tienen como objetivo eliminar los peores materiales y prácticas conocidas e impulsar el negocio hacia una economía de materiales verdaderamente responsable. Cuando los impactos pueden reducirse, pero no eliminarse, existe la obligación no solo de compensar las consecuencias perjudiciales asociadas con el proceso de construcción, sino también de buscar correcciones en la propia industria. En la actualidad, es imposible medir el verdadero impacto ambiental y la toxicidad del entorno construido debido a la falta de información a nivel de producto, aunque LIVING BUILDING CHALLENGE (LBC) sigue arrojando luz sobre la necesidad de prácticas industriales transformadoras. Nos explica Xavi
«Tradicionalmente a un material se le ha pedido que cumpla con el presupuesto, que nos llegue a tiempo a obra, y que asegure las características técnicas por las que se instala. Esto ya no es suficiente porque un material de construcción tiene otras implicaciones con el entorno y por tanto con nosotros, los ocupantes.» Asegura
Entendemos que las necesidades que tienen que cubrir los materiales a día de hoy se centran en su relación con el medio ambiente y con el usuario final, ¿Qué le tenemos que pedir a un material?
A un material le tenemos que pedir que haya sido obtenido de una manera responsable, aquí hablamos de incluir el máximo de contenido reciclado, de conocer de donde proviene, de consumir localmente, de no contribuir a la explotación masiva de recursos ni de personas que trabajan en los procesos de fabricación, etc. De hecho, si un material es recuperado o reutilizado en su totalidad seguramente cumplamos muchos de los temas anteriormente descritos. Pero tampoco nos podemos quedar aquí, los materiales durante toda su vida impactan de una manera u otra, y el estudio de esos impactos se puede encontrar en una declaración ambiental de producto, por tanto, un material que tenga hecho este análisis quizá no será mejor que otro, pero al menos tendrá la información declarada. En este punto podemos analizar muchísimas cosas, el transporte que se utiliza, las emisiones en las fábricas, …, pero también su durabilidad, su ensamblaje… debemos preguntarnos qué pasará después de los 5 o 30 años de uso, ¿dónde acabará este material? Buscamos materiales que no lleguen a ser nunca residuos, si no futuros recursos. Como tercer gran tema, tenemos que entender la relación de los materiales con sus ocupantes, con nosotros y por tanto con nuestra salud. Hablamos de entender su composición, sus ingredientes, los riesgos asociados, la toxicidad. Hay ciertos ingredientes que ya sabemos que no queremos en nuestros entornos, pero muchas veces por falta de información no sabemos que los tenemos cerca. Hoy en día algunos materiales de la construcción ya son transparentes e incluyen un listado del 100% de sus ingredientes, o por el contrario un análisis de los riesgos potenciales de salud asociados a sus ingredientes.
¿Se valora todo ACV desde la cuna a la tumba? ¿O se valora por fases específicas del ciclo de vida?
Dependiendo del producto que analizamos asimismo si existe una regla de categoría de producto (RCP). Habrá definidos una serie de parámetros e impactos a tener en cuenta. No es lo mismo analizar los impactos asociados de un ladrillo cerámico que de un tablero de madera.
Podemos consultar el ACV de algunos materiales a través de las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP o EPD). En la certificación LBC se pide calcular el carbono incorporado total de todos los materiales utilizados teniendo en cuenta una vida útil del edificio de 50 años. Aunque otros ACV de edificio pueden basarse en 60 años, analizando otros 5 impactos medioambientales (potencial de calentamiento global, potencial de acidificación, potencial de eutrofización, formación de ozono en la capa troposférica, etc), y donde no se incluyan todos los materiales sino al menos la estructura, la fachada, la cimentación, los acabados interiores.
¿Cómo se evalúa la toxicidad de los materiales utilizados?
La toxicidad es la capacidad de alguna sustancia química de producir efectos perjudiciales sobre un ser vivo al entrar en contacto con él. Por tanto, ninguna sustancia química puede ser considerada no tóxica, puesto que cualquier sustancia es capaz de producir un efecto tóxico si se administra la dosis suficiente (incluso el agua). Parcelso, en el siglo XVI dijo: “todo es veneno, nada es veneno, la diferencia está en la dosis”
Dicho esto, nos referimos como “no tóxicos” a los materiales o ingredientes que son muy poco tóxicos. Por el contrario, ya sabemos de ciertos ingredientes que son muy tóxicos. Pero de nuevo esta toxicidad depende de lo que se evalúe, del riesgo asociado, de la población a la que afecta, etc. LBC tiene en cuenta la polución al medioambiente, la capacidad bioacumulativa en la cadena de alimentación hasta llegar a cantidades tóxicas y los daños a trabajadores de la construcción y de las fábricas. LBC se basa en el principio de precaución, principio que se aplicó también en el protocolo de Montreal EN 1987, para definir una lista roja (red list) de ingredientes que son perjudiciales o que potencialmente podrían serlo: amianto, plomo, mercurio, formaldehido, VOCs, PVC, y otros…
Xavi Ramon nos afirma que falta mucha concienciación e información sobre los impactos que tienen las elecciones que realizamos los agentes que intervienen en el proceso constructivo.
Cómo premisa defiende que «No existe mejor material que el que no se usa. A partir de ahí, cualquier material que utilicemos significa impacto, mayor o menor» y aclara que es nuestra responsabilidad como consumidores (en este caso de materiales) de hacer las preguntas adecuadas y no conformarnos con las etiquetas, muchas veces es difícil encontrar el balance, pero si no nos hacemos las preguntas adecuadas, menos conscientes seremos de las posibles respuestas. Xavi nos cita a Joseph Campbell «We’re not on our journey to save the world but to save ourselves. But in doing that you save the world. The influence of a vital person vitalizes.” concepto que incorpora la certificación LBC.
¿Consideras que hay transparencia en los etiquetajes de los materiales? ¿Tenemos toda la información necesaria para decidir un material u otro?
En general hay una falta de transparencia en los materiales de construcción, no sabemos cuáles son sus ingredientes, que colas hay en ellos, que pinturas, que aditivos, retardantes de llama, plastificantes, etc. Encontrar ese balance entre información válida, transparencia y protección de datos es algo con lo que se trabaja actualmente para los materiales de construcción.
¿Cuáles son los deberes que tenemos pendientes en el sector de la edificación?
Desde una perspectiva medioambiental tenemos muchos deberes, y la urgencia de un cambio real existe, un cambio que incluye transformarlo todo, la estructura del mercado, el sistema… sin embargo, tres temas principales con los que podemos trabajar individualmente son:
- Mejorar la educación que es la base, por ejemplo, si no somos conscientes de cuánto nos puede afectar un material a nuestra salud, nunca le pediremos a ese material que no incluya ciertos ingredientes.
- Mejorar la comunicación en general, pero sobre todo entre los diferentes agentes de la edificación, no solo entre promotores, arquitectos, ingenieros, asesores, si no también operarios, diseñadores, fabricantes… incluso médicos, químicos… todos formamos parte del sector, aunque demasiado a menudo nos quedamos cerrados en nuestras conversaciones, el pez que se muerde la cola…
- Por último, son necesarios casos de estudio que vayan más allá, lideres reales de innovación, motivadores del cambio, ejemplos que inspiren a los demás. En la edificación como en todo, una buena guía como ejemplo es la naturaleza.