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Entrevista a José Luis López Fernández, director de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA)

Posted on Dic 16, 2020 in INICIO |

José Luis López Fernández

Director – Asociación de Ciencias Ambientales (ACA)

“Si a una familia le proporcionamos una vivienda bien aislada, no sólo estaremos velando por su salud y su protección, sino que además estaremos reduciendo su vulnerabilidad frente a la pobreza energética”.

En la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) sois pioneros en estudios sobre pobreza energética, ¿cómo estáis viendo la evolución de esta problemática durante la pandemia? ¿Creéis que 2021 será un año para olvidar en los hogares españoles en lo que a confort energético se refiere?

En la actualidad es difícil poder evaluar la evolución de la pobreza energética, pero todo hace pensar que no estamos en un buen momento. Los peticionarios del bono social eléctrico, por ejemplo, crecen a un ritmo de más de 200 solicitudes nuevas diarias desde el mes de abril y los beneficiarios superaron los 1,3 millones en agosto de este año, según la información proporcionada por la CNMC. Si a este indicador indirecto le sumamos el incremento de la demanda de energía en los hogares, provocada por el confinamiento, el desempleo y el teletrabajo y las preocupantes cifras de personas en desempleo, que han cesado su actividad o que se encuentran en un ERTE, tenemos la combinación perfecta para que, cuando los análisis de los indicadores principales puedan realizarse, encontremos un 2020 con datos muy preocupantes.

En cuanto al confort, es difícil de medir como estará afectando a los hogares españoles este año. Para observar esta cuestión habrá que ver, cuando sea posible contar con los datos de 2020, la evolución del indicador de temperatura adecuada, que quizás sea el que mejor represente las condiciones de confort, pero está claro que cuando los problemas para asumir el pago de las facturas de energía aparecen, los hogares adoptan estrategias de reducción de gasto (por ejemplo reducción del uso de la calefacción, cocinado, agua caliente…) que provocan, entre otras cosas, una reducción del confort.

 ¿Hasta qué punto el bono social eléctrico está mitigando los efectos de la pobreza energética? ¿Qué otros mecanismos serían necesarios para erradicar este problema?

 El bono social está proporcionando una ayuda valiosa para millones de familias. Eso es indudable, como también lo es que la reforma que se hizo de esta ayuda corrigió algunos de los fallos significativos que tenía el anterior bono social, como la autoaplicación por debajo de un mínimo de potencia contratada o la existencia de un importe de ayuda única, sin considerar diferentes niveles de vulnerabilidad. Aun así, todavía es mejorable. En primer lugar, sigue manteniendo un supuesto de autoaplicación a las familias numerosas que sólo se entiende desde la perspectiva de una política de estado que quiera proporcionar apoyo a estas familias, pero que no se entiende desde una perspectiva social si no se considera además la renta. En segundo lugar, es necesario simplificar el trámite burocrático que está asociado a la solicitud del bono social, es más debería tender al modelo portugués, que automáticamente concede el bono a quien tiene derecho. En tercer lugar, muy relacionado con el anterior, deben evitarse problemas como los denunciados recientemente por la CNMC, que puso de manifiesto que la imposibilidad de demostrar el nivel de ingresos ante la Plataforma establecida por el Gobierno (falta de actualización de datos en la Agencia Tributaria, o no existencia de datos), estaba dejando fuera a miles de familias. Y, por último, debería tenderse a un único bono social energético, ya que las dificultades de un hogar para el pago de las facturas de energía no se encuentran sólo en el suministro eléctrico. Aunque se puso en marcha el Bono Social Térmico, lo ideal es que se pudiera contar con una única ayuda.

El Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) acaba de publicar la actualización de indicadores sobre pobreza energética en España, con datos de 2019, ¿qué indicadores utiliza? ¿Debería de sumar otro tipo de indicadores a la muestra? ¿Por qué consideras que no tiene en cuenta los precios de la energía?

Consideramos acertado que el MITECO adoptase los indicadores propuestos por el Observatorio Europeo (EPOV), algo que, debo indicar, realizamos antes desde ACA, de forma pionera en la UE, en nuestro estudio de 2018. Estos indicadores principales son cuatro, dos de ellos están basados en las declaraciones y percepciones del hogar, al respecto de (1) la capacidad de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno y (2) la existencia de retrasos en el pago de las facturas en el último año. Los otros dos están basados en relacionar ingresos del hogar con gastos energía y son el (3) el indicador 2M, que tiene en cuenta las familias que destinan más del doble de la mediana de gasto en energía del hogar medio español, y el (4) indicador HEP conocido como pobreza energética escondida, que muestra aquellos hogares que (en euros) gastan menos de la mitad de lo que gasta el hogar medio español.

Estos cuatro indicadores tratan de evaluar la situación de la pobreza energética en nuestro país y sirven para observar la evolución del problema, situación que en el seno de cada hogar en particular se agrava en función de la eficiencia energética de la vivienda, tal como recoge la definición incluida en la ENPE. Pero es cierto que en dicha estrategia se omite un tercer factor determinante, el precio de la energía, no sabemos bien por qué, pero la evolución de los precios es algo sobre lo que se debe incidir, con políticas y actuaciones diferentes, que responden más bien al cambio de modelo energético de país.

Desde el punto de vista de la calidad de las viviendas, ¿qué papel juega el aislamiento como medida pasiva frente a la pobreza energética?

Si a una familia le proporcionamos una vivienda bien aislada, que reduce al máximo su demanda de energía tanto en invierno como en verano, no sólo estaremos velando por su salud y su protección, sino que además estaremos reduciendo su vulnerabilidad frente a la pobreza energética ante posibles cambios en los precios de la energía, en los ingresos de su unidad familiar o ante las inevitables consecuencias del cambio climático (fenómenos extremos, incremento de las temperaturas, olas de frío y calor).

Si, además, una vez protegida la vivienda y mejorada la envolvente dotamos al edificio de equipos e instalaciones de alta eficiencia energética, adecuadamente dimensionadas, que además den cabida a la autoproducción de energía renovable, cerramos de manera idónea el aspecto a la eficiencia energética y protegemos al hogar frente a la pobreza energética. De esta forma, además, se generarán otros muchos impactos positivos (generación de empleo directo e indirecto o mejora de la salud física y mental de las personas, etc.).

Los datos ofrecidos por el MITECO recogen una mejora en hogares afectados, pero no alude al número de ocupantes que sufren este problema, ¿deberían de aportarse estos datos para sensibilizar a la sociedad?

Lo cierto es que la unidad de estudio de este problema es el hogar, por tanto, consideramos adecuado que se ofrezcan los datos en esta escala. Pero es cierto que al no hablar de número de personas se pierde cierta cercanía y se diluye la dimensión del problema que, sin embargo, quien está sufriendo en sus propias carnes o lo está viendo en personas de su círculo más cercano, tiene más que presente. El fenómeno es complejo y no sólo depende de la situación económica.

¿En qué otro tipo de estudios o proyectos relacionados con el sector de la edificación está trabajando la ACA? ¿Para cuándo un nuevo informe sobre pobreza energética?

Seguimos trabajando en la búsqueda de soluciones a esta problemática y en el análisis del problema desde perspectivas diferentes a las de los últimos años, ya que desde la aprobación de la ENPE la labor de seguimiento de indicadores la está realizando el MITECO, algo que celebramos.

En el presente estamos impulsando una Red de Puntos de Información al Consumidor Energético, con formaciones a profesionales, para que empoderen a la ciudadanía en la gestión de la energía en su propio hogar. Esto supone modificar hábitos de consumo, impulsar medidas de mejora de la eficiencia energética en los hogares y optimizar las facturas actuales.

También formamos parte del consorcio que está desarrollando el proyecto EPIU Getafe, hogares saludables, liderado por el Ayuntamiento de Getafe, que durante tres años abordará la lucha contra la pobreza energética desde un enfoque preventivo y de detección temprana a través de una herramienta inteligente. En el marco de este proyecto trabajaremos con hogares, comunidades de propietarios y barrios en situación de vulnerabilidad energética para mejorar su situación.