Islas de Calor Urbano
Josep Bové
Resp. Técnico en Sostenibilidad de Knauf Insulation (Arquitecto técnico)
Junio de 2017 se recordará en nuestro país como uno de los meses más calurosos de los últimos años (como el anterior, y el anterior…).
En Barcelona se registraron temperaturas próximas a los 35 °C e incluso, en otras ciudades de España, se sobrepasaron los 40 °C.
Destacaremos los dos factores principales que influyen en este aumento de temperaturas en las zonas urbanas. El primero, la elevación de la temperatura ambiente consecuencia del cambio climático (el que no existe, según algunos). El segundo, el efecto conocido como «isla de calor», fenómeno que consiste en la acumulación del calor en las ciudades debido a la construcción con materiales que absorben y acumulan el calor a lo largo de las horas de insolación.
El cambio climático es un problema general de todos y cada uno de los ciudadanos del mundo, que solo se mitigará cuando se adopten medidas realmente globales en la lucha contra el calentamiento del planeta. El fenómeno de las islas de calor afecta a menos gente, a los habitantes de las ciudades, pero las consecuencias las sufren igualmente todos los ciudadanos. No obstante al estar localizado el calor en zonas urbanas, pueden aplicarse medidas más simples e inmediatas para mitigar los efectos de la temperatura.
El efecto isla de calor urbano no es un concepto nuevo (el inglés Gordon Manley lo utilizó por primera vez en 1958) pero sí un asunto que comienza a abordarse con mayor frecuencia. Incluso la prensa de información general ya habla de este fenómeno como muestra este artículo de La Vanguardia del 16 de junio de 2017.
Durante años, el desarrollo de las ciudades, fruto de la globalización, aumento de la población, dinamización de los mercados… ha ido ganando terreno a la naturaleza, generando elementos altamente absorbentes de calor como el asfalto (seguro viene a la memoria la sartén en la carretera friendo un huevo), el hormigón, y elementos cerámicos de cubiertas. Esta es la principal causa del efecto isla de calor Urbano. Este efecto se produce cuando las grandes masas de las ciudades absorben e irradian calor, que al sumarse a la temperatura ambiente hacen que tanto la sensación térmica, como la temperatura real sean más elevadas que en espacios rurales o menos urbanizados.
Podríamos poner como ejemplo Barcelona, pero este efecto se ve ligeramente alterado por ser una ciudad costera, en lugar de Barcelona pondremos el ejemplo de Lleida, que mientras marcaba una temperatura media de entre 38 y 43 ºC, en Bellvís, pequeña localidad situada a escasos 20km, marcaba una temperatura entre 33 y 36 grados. ¿Cuál es la principal diferencia entre estos dos núcleos? Evidentemente la urbanización. Mientras que Lleida cuenta con una buena red de calles, carreteras y edificios, Bellvís es una población con edificios generalmente unifamiliares y rodeados de campos de cultivo.
¿Cómo podemos tratar o contrarrestar este efecto? La solución es tan fácil como sostenible. “Renaturalizando” los espacios urbanos.
Hay que devolver a las ciudades los que se tomó para el desarrollo, y empezar a pensar en un desarrollo más sostenible y menos monetario. Si cada uno de los edificios del mundo contara con una superficie ajardinada tanto en cubierta como en fachada, convertiríamos las ciudades en pequeños “bosques” y daría pie a, por supuesto, una regularización de la temperatura, una renovación de CO2 muy necesaria (recordemos que las plantas absorben CO2) y un ambiente más saludable para las personas ya que las plantas aparte de renovar CO2 purifican el aire.
Ciudades como Barcelona ya han promulgado concursos y subvenciones específicas para la implantación de cubiertas ajardinadas en edifcios residenciales, y muy ambiciosas. Madrid también se está sumando a esta práctica. Incluso salen pequeños proyectos como Phytokinetic con Marc Grañén al mando con la idea de generar elementos móviles con cubiertas ajardinadas, y que ciudades de todo el mundo están seriamente interesadas en implementar.
Con esto no digo en absoluto que esto solucionará el problema del cambio climático. Esta solución contrarrestará un efecto negativo de los humanos en la naturaleza, pero el camino es muy largo, y la responsabilidad es de todos y cada uno de nosotros, haciendo tanto pequeños gestos como tirar una botella de vidrio al reciclaje hasta construir viviendas de baja demanda energética como ya implanta el gobierno vasco.